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TODAS UNA VERDAD

En el área monumental me cercó uno -cuya camiseta le identificaba como parqueador- exigiéndome entregarle 100 pesos adelantado para cuidar el vehículo. Armada solo con mi voz me negué a pagar un servicio del cual no tenía garantía. Al regresar tres horas más tarde tuve que cantearme ante otro


 hombre de la misma cuadra. Me sentí acorralada, abusada. Pensé que si discuto, me niego y enfogono, no se sabe qué me hubiese ocurrido o qué maldad pesaría sobre el carro. En el estacionamiento soterrado de una plaza, me salió un tipo galante al saludar. Veinte pesos debe pagarse


a la salida del recinto, pero esa noche por la “ayuda” para conseguir un parqueo, tuve que entregarle 50 pesos al “atento” señor. No me niego a gratificar por un servicio, pero las cosas andan mal. En poco tiempo tendremos sindicatos de parqueadores exigiendo con demandas sociales en base a usurpar

 lugares públicos que el gobierno municipal -por los impuestos- debería mantener limpios y accesibles para la ciudadanía. La mayoría de parqueadores son lobos feroces disfrazados de padres de familia. Cada salida cuesta el doble por el abuso en los precios de ciertos sitios, la propina al parqueador y una cenita leve si el presupuesto permite. Y no hay derecho a exigir, a defender tu dinero. La ley, la trampa y los golpes lo administra el tipo que aparece cuando llegas al carro, en busca de lo tuyo que él procura como suyo. Columna Sonajero. Tomado de El Norte Listín Diario Le invitamos a seguir leyendo http://www.listindiario.com
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