El Zorro vivió intensamente. Era tuerto y muy inteligente.

A lo largo de su vida padeció múltiples ataques…saliendo airoso de los más crueles.  Una vez, la indolencia de alguien lo bañó con agua caliente. Dos semanas después echó la piel.

Otro día lo chocó un carro. Un señor –quien prohibió al dueño de Canina revelar su nombre- lo llevó al lugar donde le sanaron.
Le llamaban El Zorro por la forma de las orejas. Cuando la virilidad de Figueroa Agosto era tema de portada, también le nombraron así porque no hubo perra en calor que se salvara. Descendencia dejó por todas partes.

Por el olor, ese perro noble y fiel, llegaba donde quiera. A Teresa Gratereaux, su madrina, le daba ¨bola¨ hasta la puerta de El Encanto.
Cuando Menita enfermó, Teresa no podía subir diariamente al Monumento. Encargó la comida para que hueso, hígado y otras carnes no le faltaran a El Zorro Figueroa Agosto.
Cada día, Teresa Gratereaux Guillén alimenta cerca de 25 perros, 16 gatos, así como palomas y tortolitas que hacen fila militar frente a su casa desde las 4:00p.m.

Teresa no publica ese hábito de amor. Lo hago sin su permiso. Y escribo en homenaje a la nobleza de El Zorro, por acompañar las caminatas de Teresa y ser el oído de su intimidad. El Zorro era feliz con un cariñito de Té; creo que eso lo agradecía más que la comida.

En abril, Té lo halló sucio y con una oreja menos. Le partió el alma y agachadita lloró el nuevo revés de su amado Zorro. El llanto se hizo hondo cuando físicamente lo despidió, quedándose hoy con una caricia menos y una bolsa de comida por compartir.

#GrisbelMedina

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