Tras 141 años de estar regidos por un Código Penal del siglo XIX, la República Dominicana ha imitado al moderno Prometeo, dando vida a una colosal creación jurídica: la Ley 74-25: el nuevo Código Penal. Este cuerpo legislativo, ensamblado con piezas de avanzada dogmática penal y suturado con las demandas de un clamor popular por mayor severidad e inclusión, representa una hazaña más política que técnica. Es preciso destacar, que como nos enseña la obra de Mary Shelley, el verdadero desafío no reside en el acto de la creación, sino en la responsabilidad que se asume sobre la criatura una vez que esta camina por el mundo. Este nuevo Código es, precisamente, una obra de gran envergadura que presenta un panorama de luces y sombras que merece un análisis detallado.
Las luces: avances estructurales y necesarios
